El capricho – Buey en estado puro (Jiménez de Jamúz – LE)
Un tesoro carnívoro el que vamos a encontrar en este restaurante donde José Gordon, el patrón y alma mater del mismo nos ofrece unas carnes que son muy difíciles de encontrar en los establecimientos carnívoros, pues proceden de bueyes del campo, que han trabajado durante más de 15 años y que pesan en torno a los 1.400 kgs. Estos bueyes los adquiere Gordón principalmente en Galicia y Portugal a pequeños ganaderos, disponiendo en «stock» un centenar de ellos vivos, pues en la actualidad sacrifica dos bueyes semanales ¡¡¡muchos kgs de buey!!!, pero veamos como lo hemos disfrutado.
Hemos ido de Madrid hasta Jiménez de Jamúz, una población con tradición bodeguera y en una de ellas es donde se ubica EL Capricho, siendo un espacio acogedor pues cada mesa se ubica en un espacio en la pared donde antes estaba la barrica de vino. Previamente, nada mas llegar, se puede visitar la cocina donde los fantásticos y espectaculares costillares de buey se están atemperando, para pasar posteriormente a la plancha. Una vez tomado asiento solamente te falta elegir, además de algunas entradas si deseas, el tipo de carne: Chuleta de buey Premium, chuleta de buey o chuleta de vaca de trabajo. Son los tres tipos de carne principales, además de algún otro corte. Eliges el peso aproximado y resto de platos.
En nuestro caso tres comensales, dos se decantan por la chuleta de buey (peso sobrepasando el kilo y medio) y el tercero por la tira de asado. Hay otros tipos de carne (rabo de buey, solomillo de buey o vaca e incluso cordero lechal), pero recomendamos la chuleta de buey. Decir que la mayoría de los platos tienen un componente si no total, muy elevado, de buey, incluso el postre (no nos hemos confundido, hay un postre que lleva buey y está buenísimo, pero no nos precipitemos).
Para «abrir boca» nos traen un aperitivo con pan tostado y mousse de buey, excelente. Indicar que el pan es recio, potente, rico, que acompañó de una forma magistral a una morcilla de buey, las raciones son generosas, de un excelente sabor y textura, llegando a la temperatura correcta a la mesa.
Otro plato también «ligero» fueron unos callos de excelente sabor y ejecución. Todo ello hizo la espera más amena, pues en las mesas cercanas ya estaban llegando las distintas carnes. Para servirlas, disponen de unas mesas de cierta altura, en las que se deposita la fuente con la carne correspondiente. José Gordon con gran maestría comienza a trocear la misma: Sirve en el plato de cada comensal un poco de carne y un poco de la grasa comestible. El resto, lo sirve en un plato refractario untado previamente con la grasa del buey al centro de la mesa y la grasa no comestible la retira. Así en cada mesa.
Llega nuestra carne, la misma operación que en el resto, la presentación y la llegada a la mesa un acontecimiento. Se pueden pedir varias guarniciones, costo aparte, en nuestro caso hemos pedido patatas fritas y pimientos asados. Y llega la explosión de la emoción contenida: El primer bocado. Una sensación especial, un sabor nuevo, una textura diferente, algo fuera de serie (personas con bastante experiencia gastronómica y carnívora). Un disfrutar de continuo hasta la finalización de toda la carne.
En conversación con el camarero que nos atendía (un profesional de una pieza) dijimos que veníamos de Madrid (está a 300 kms.), que habíamos venido solamente a comer y después regresábamos. Nos dijo que era muy cerca, que venían clientes de muchos paises de Europa y América. No nos extraña en absoluto.
Hemos dicho que había buey hasta en el postre. Pues así es y os animamos a probarlo, es un postre especial: Torta de buey, helado de galleta con agar de café y espuma de chocolate blanco, porque el arroz con leche, el flan o los sorbetes los podéis encontrar en muchos restaurantes, la torta de buey no. Disponen de tres menús a 30, 75 y 140 euros por persona.
Dispone de tienda donde se pueden adquirir estos deliciosos «recuerdos» o pedirlos a través de Internet. Pero os recomendamos si no queréis hacer el viaje solamente para ir a comer, cuando planifiquéis un viaje por la A-6, hacer coincidir la hora de la comida con el km. 300, pues a la altura de La Bañeza, a pocos kilómetros de abandonar la autovía, vais a encontrar el pueblo. Si queréis ver los bueyes preguntar en el restaurante, el camino es rural pero accesible con un coche normal. ¡¡¡Tendréis un gran recuerdo de esta experiencia!!!.
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un comentario
Verdaderamente espectacular. En algunos sitios he leido que es la mejor carne del mundo, no puedo afirmarlo porque no conozco tanto, pero esta desde luego sí que es la mejor que he comido en mis más de sesenta años. El ambiente, el trato, la forma de presentarlo, todo muy correcto. Es para repetir siempre que se pueda.