Claves para reconocer un buen vino sin ser un experto
Te han invitado a una cena y eres el encargado de llevar el vino. Una actividad muy sencilla a la par que complicada, pues en esa selección tendrás que utilizar todos tus conocimientos sobre el vino.
Si no eres un entendido en este mundo, estás de suerte pues España es el país que más viñedos tiene y, por lo tanto, hay una gran y muy buena variedad de bodegas y vinos; no es de extrañar que muchos catadores afirmen que algunos de los mejores están en España.
Pero, ¿cómo diferenciar a los buenos vinos de los mejores vinos? La calidad del vino dependerá de una serie de patrones o condiciones que los consumidores consideran como positivas. De esta manera, los vinos españoles deberán poseer 5 características para ser considerados como los mejores.
Equilibrio
Este equilibrio debe presentarse en los cuatro elementos que conforman el vino: acidez, dulzor, alcohol y tanino. Esto quiere decir que ninguna de estas propiedades deberá predominar ni sobresalir por encima de otra. Las cuatro propiedades deberán presentarse en el mismo porcentaje. Ahora viene lo complicado, ser capaz de encontrar y saborear este equilibrio a la hora de catar un vino, pues solo los paladares más experimentados son capaces de hacerlo. ¿Un truquito para que esta distinción sea un poco más sencilla? Acompañad el vino con comida, pues un vino equilibrado irá bien con cualquier plato con el que lo sirváis.
Longitud
Por longitud deberemos entender el proceso por el que el vino pasa por todo el paladar. Para que un vino posea una buena longitud, al probarlo deberemos notar todo su sabor en la lengua y en la cavidad bucal. Además, su intensidad deberá perdurar aún después de haberlo tragado. Si al probar un vino, este nos resulta muy intenso o fuerte al principio, pero, al paso de unos segundos esta intensidad va disminuyendo hasta que termina perdiéndose, nos encontramos ante un vino que no posee una buena longitud. Sin duda, esta será una de las claves más sencillas de discernir a la hora de probar el vino, pues su sabor e intensidad serán los que lo delaten.
Profundidad
Seguimos hablando del sabor del vino y, para que el vino sea de buena calidad y un vino digno de nuestra cena, deberá presentar profundidad. Este concepto quiere decir que el vino tiene que saber a algo, no puede ser “plano”. Al degustar la bebida no nos podemos quedar como si nada, como si estuviéramos bebiendo agua, sino que debe causar en nosotros un impacto.
Como hablábamos anteriormente del equilibro entre los cuatro elementos que conforman un vino (acidez, alcohol, dulzor y tanino), éstos deben estar presentas en iguales cantidades y serán los encargados, a su vez, de darle profundidad. Si el vino elegido no tiene el suficiente porcentaje de alcohol o tanino, no poseerá la profundidad necesaria y, por tanto, no podrá catalogarse como un buen vino.
Complejidad
Es conocido por muchos que el vino mejora con los años o que el vino está vivo y esto se debe a la complejidad de sus ingredientes. Esto quiere decir que el vino que seleccionemos seguirá sorprendiéndonos y descubriremos nuevos rasgos y sabores en él con el paso del tiempo.
Con un vino simple ocurrirá lo contrario, su sabor no evolucionará ni nos descubrirá sus secretos, pues no poseerá esta complejidad.
Carácter
Por último, encontraremos el carácter del vino que, al igual que ocurre con las personas, nos revelará la personalidad del vino. Con esto podremos llegar a conocer de dónde proviene este vino, la región, su variedad de uvas…, gracias a su aroma, sabor y mineralidad.
Comentarios cerrados