Cómo cuidar la dieta en la tercera edad
Una alimentación saludable y equilibrada debe ser la base sobre la que se sustente la dieta de cualquier persona. Pero llegados a una cierta edad quizás haya que prestarle atención a unos cuantos detalles. Con los años, sobre todo a partir de los 65, nuestros hábitos nutricionales se suelen ver alterados, ya sea por los efectos de los medicamentos, problemas para masticar o simplemente por el hecho de vivir solos.
Alcanzada la tercera edad nos cuesta mucho más hacer ciertas tareas, y en ocasiones nos llega a dar pereza preparar la comida. Al final acabamos tomando lo primero que encontramos en la nevera o incluso almorzando en el bar de la esquina. Pero no siempre cubrimos las necesidades alimentarias que requiere el organismo.
Consejos para alimentarse a partir de los 65 años.
Tanto los mayores como sus cuidadores deben tener en cuenta una serie de recomendaciones para garantizar una adecuada nutrición. En muchas ocasiones, de manera equivocada, se acaban saltando algunas comidas, como es el caso de la cena, por falta de apetito. Lo adecuado sería hacer cinco o seis comidas a lo largo de la jornada, tratando de mantener una regularidad horaria cada día. Esto permitirá que tus digestiones sean mucho mejores y resulte más fácil controlar los niveles de grasa y azúcar en la sangre.
La dieta mediterránea debe ser la base de alimentación. No pueden faltar las frutas, verduras y el pan en abundancia; con consumo frecuente de legumbres, ciertas cantidades de pescado y lácteos, y una menor ingesta de carne.
Cuando nos toque demostrar nuestras habilidades en los fogones resulta especialmente importante cuidar la palatabilidad de la comida. Con los años iremos perdiendo olfato y gusto, pero eso no supondrá que no podamos disfrutar de los platos ni de los sabores. Para hacerlos más apetecibles, en lugar de recurrir a la sal, optaremos por hierbas aromáticas, ajo, puerro, cebolla, especias o vinagre. En cuanto a la forma de preparación, las elaboraciones siempre estarán mejor a la plancha, al vapor, rehogadas o al horno, tratando de evitar las frituras y las salsas.
Incluso hay que saber escoger las grasas más saludables. El uso del aceite de oliva se hace imprescindible debido a los múltiples beneficios que le reporta al organismo. Entre otras cosas permite controlar el colesterol, regular el tránsito intestinal, además de destacar por sus propiedades antioxidantes.
Con bastante frecuencia recurrimos a platos precocinados, conservas o fiambres como un recurso rápido. No pasa nada porque un día optemos por ello, pero tampoco es cuestión de convertirlo en un hábito. Lo mismo sucederá con la bollería industrial y las salsas comerciales, en donde abundan los azúcares, grasas y la sal. Por lo tanto, no contemples estas opciones en tu dieta.
La importancia de la hidratación
En las épocas de más calor tampoco debe de descuidarse la hidratación. Suele ocurrir que en ocasiones se pierde esa sensación de sed y nos cuesta más de la cuenta consumir los dos litros de agua que recomiendan los expertos. Para alcanzar esas cantidades también pueden ingerirse infusiones, zumos o caldos. Descartaremos, por tanto, el café, refrescos y el alcohol.
En esta etapa de la vida, las bebidas alcohólicas no se recomiendan. En el caso de que no haya una contraindicación médica puede permitirse tomar una copa de vino a las comidas. Pero tampoco es lo más idóneo para la salud, ya que el alcohol altera el efecto de ciertos fármacos e incrementa el riesgo de caídas.
El tabaco es otro de los productos que deben suprimirse. No es bueno a ninguna edad, pero mucho menos a partir de los 65 años. A esta edad, las vías respiratorias de las personas son bastante vulnerables y empieza a notarse un cierto deterioro del sistema cardiovascular.
Por último y como complemento de la alimentación saludable, también debe incorporarse la actividad física regular. Entre otras cosas, esto permitirá que se controle el peso y mejore la musculatura, el corazón y la calidad de los huesos. La cantidad de ejercicio dependerá del estado físico de cada uno. A edades avanzadas, con media hora de caminata sería suficiente.
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