Es de Don Joan – Carmela (Unha-Val d’Aran)
Hace muchos años que conocemos este restaurante, tanto en invierno por la práctica del esquí en Baqueira como en verano, disfrutando de sus paisajes, en otoño con sus variedades de tonos de las hojas de los árboles, para nuestro gusto la mejor estación por la belleza del paisaje y por supuesto la primavera, con sus ríos caudalosos por el deshielo, su agua clara, su ímpetu en el descenso, «El Valle», así, sin apellidos, maravilloso.
Pues uno de los muchos atractivos que tiene El Valle es la gastronomía. Unos platos en algunos casos elaborados con recetas centenarias y productos naturales, como ahora se dice «de cercanía», pues el conejo, el cordero, los huevos, los productos de la huerta están cultivados en El Valle, con total naturalidad y con unas aguas cristalinas y una atmósfera limpia. Pero hablamos de este restaurante, uno de nuestros preferidos.
En época de esquí, lo visitamos a la hora de la cena, pues es demasiado complicado hacer una pausa para la comida y llegar hasta aquí. Para cenar hay en algunos casos dos turnos, a las 20 horas y a las 22,30 siendo la capacidad del restaurante en torno a los 50 comensales. Nada más llegar sirven jarras de agua del valle, como la denominan, no hay agua mineral ¡¡¡Qué mejor que esta recién cogida del manantial!!!. Una amplia carta con especialidades gastronómicas de la zona y especialmente la olla aranesa, aunque no seais de caldos ni pucheros, esta olla os va a encantar. Digamos que sin grasa, caldo verduras, hortalizas, legumbres, albóndigas, es decir, completa. Además dejan la olla en la mesa para servirse la cantidad que se desee.
En nuestro caso hemos elegido menús y segundos platos. Decimos esto porque la olla se puede compartir, es mucha cantidad, pero si es necesario pedir un segundo plato. Existen dos menús, ambos con la olla aranesa de primero, siendo el segundo el ternasco o el potro de segundo y de postre a elegir entre varias opciones.
Nos hemos decantado por el ternasco en dos casos, excelente, exquisito, muy rico, mucha cantidad pero que después de un día en la nieve y a pesar de la olla aranesa de primer plato ha sido degustado sin mayor complicación. El otro menú, elegido por otro de los comensales, igualmente muy rico, muy bien preparado y muy abundante. Todos los platos son consistentes y elaborados con recetas clásicas que permiten recordar sabores casi olvidados.
Otros comensales se decantaron por la carrillera de ternera. Preparada en taco, sabrosa, tierna y con un gran sabor. Verdaderamente es una cocina digamos de montaña, donde los platos son potentes, excelentes para nuestro gusto. Los postres variados, desde crema catalana, helados o el atractivo tofe cremoso que fué el más envidiado por los componentes de la mesa. Una excelente tarta de queso con frutas del bosque de perfecta elaboración.
Con los cafés llegan unos chocolates caseros, deliciosos, unos de chocolate blanco y otros de chocolate negro, que ponen la guinda final junto a dos tipos de licores, el de hierbas y el moscatel, ambos para combatir el frío, agradable pues el paisaje que se encuentra a la salida del restaurante es una iglesia, enfrente, en un cerro, en este caso iluminada por estar cercana la Navidad y de estilo aranés, un excelente recuerdo visual. El ambiente super-acogedor, incluso con chimenea con fuego de leña natural.
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