Fusión japonesa y mediterránea en Lamonarracha: un festín inolvidable
Hace unos días tuvimos la oportunidad de visitar el restaurante Lamonarracha en Pozuelo, situado a pocos kilómetros de Madrid. Este local ofrece una innovadora cocina fusión japonesa que combina toques mediterráneos con ingredientes y platos típicamente japoneses. Desde el momento en que entras, el ambiente acogedor y la decoración cuidadosamente diseñada te invitan a relajarte y disfrutar de una experiencia culinaria memorable, ya sea en una mesa íntima para parejas o en una más grande para compartir con amigos y familia.
La aventura gastronómica comenzó con unas gyozas que realmente abrieron nuestro apetito. Primero, degustamos las gyozas de langostino con una salsa asiática ligeramente picante. La combinación de la salsa con el langostino resultó ser un matrimonio perfecto de sabores, donde la suavidad del marisco se equilibraba con el toque justo de picante. A continuación, probamos las gyozas de pato «Lamonarracha», una creación que superó nuestras expectativas con su carne tierna y jugosa, envuelta en una masa finamente elaborada.
El siguiente plato en nuestra mesa fue el yakisoba con pollo y verduras. Este clásico de la cocina japonesa nos deleitó con su sabor auténtico y el katsuobushi, que «bailaba» sobre el plato de forma constante, añadiendo un elemento visual que hipnotizaba. El conjunto de sabores era armonioso, con los fideos perfectamente cocidos y las verduras frescas y crujientes.
Luego llegó el tartar de atún macerado, acompañado de una flor de aguacate. Este plato no solo era una obra de arte visual, sino también un deleite para el paladar. El atún, extremadamente fresco, se deshacía en la boca, mientras que el aguacate añadía una cremosidad que completaba el conjunto de manera sublime.
Entramos entonces en el terreno del sushi y los makis, donde la verdadera magia de la fusión se manifestó plenamente. El maki tempurizado de anguila marinada con topping de foie fue una revelación; la mezcla de texturas crujientes y suaves, junto con el sabor umami de la anguila y la riqueza del foie, resultó en un bocado excepcional.
La selección de niguiris fue igualmente impresionante. Cada uno de ellos tenía su propia personalidad y ofrecía una experiencia única. El niguiri de salmón flambeado con lima aportaba un toque cítrico refrescante; el de foie con frambuesa combinaba la riqueza del foie con la dulzura de la frambuesa; el de huevo de codorniz con trufa era un lujo cremoso y aromático; y el crujiente de tartar de atún rojo y cecina de León fusionaba lo mejor del mar y la tierra en un bocado irresistible. No pudimos resistirnos a repetir el niguiri crujiente de atún y cecina, y además quisimos probar el de vieira tostada con aroma de yuzu. Ambos niguiris destacaron por su sabor y originalidad, convirtiéndose en algunos de los mejores bocados de la comida.
El roll crunch de langostino con salsa spicy mayo fue otra delicia que no decepcionó. La textura crujiente y el suave picante de la salsa se unieron para crear un plato balanceado y sumamente agradable.
Finalmente, el postre: una tarta de queso con helado de vainilla. Este dulce cierre, si bien no era muy japonés, pero si mediterráneo y de moda, fue una delicia, con la tarta de queso suave y cremosa complementada perfectamente por el helado de vainilla.
Lamonarracha en Pozuelo es una parada obligatoria para los amantes de la cocina japonesa con un toque de fusión mediterránea. La calidad de los ingredientes, la creatividad en la presentación y la atención al detalle en cada plato hacen de este restaurante un lugar al que sin duda querrás volver. Además, la posibilidad de pedir niguiris por unidades y algunos makis de 4 piezas en vez de 8 es un gran plus, permitiendo probar una mayor variedad de sabores.
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