L’O (Sant Fruitós de Bages – B)
Con una estrella Michelín recibida en 2013, este restaurante, ubicado en el Hotel Món Sant Benet en pleno campo y frente al monasterio de Sant Benet. De ambiente moderno, una iluminación acorde con el paisaje y con amplios espacios acristalados para poder disfrutar de la mesa y del paisaje.
Su chef, Jordi Llobet, nos sorprende con una cocina evolutiva donde la fusión de la tradición y la evolución junto a los productos de primera calidad y la creatividad que pone en todos sus platos, llega a recetas sugerentes y atrevidas, aprovechando la técnica más innovadora.
Una experiencia de más de diez años en las cocinas más representativas de la cocina española, como Martín Berasategui y Juan Mari Arzak. Entre otros premios, obtuvo el segundo puesto en la elección del Mejor Cocinero de España en el año 2008. Pero vayamos a los platos.
Además de una excelente carta, os recomendamos, siempre lo hacemos, alguno de los menús degustación que nos proponen, todos ellos nos permiten disfrutar de diferentes platos de la carta, lo que enriquece el placer de sentarse a una buena mesa. De los platos de la carta no podemos recomendar ninguno en especial, ya que la mayoría no los hemos probado, pero el éxito está asegurado con cualquiera.
Nosotros nos hemos decantado por el menú gastronómico que se compone de doce platos, pero reducido, todos ellos creativos, originales y exquisitos. Antes de comenzar a degustar los platos, nos deleitan con unos aperitivos que no harán más que establecer el excelente nivel de lo que nos queda por delante; la coca de recapte (verduras y anchoas) «a nuestra manera» y un crujiente de aceite de oliva con crema de queso en tubo.
No nos veíamos con ganas de llegar a los doce platos en plenas facultades, por lo que nos propusieron un total de diez sin llegar a degustar la ostra ni el arroz con conejo. Ya con leer el pie de la carta donde se indica que dicho menú necesita más de 2 horas para degustarse nos da una idea. Pero continuamos. Una reinterpretación de la tissana de Ignasi Domenech elaborada con una base de Cointreau con plátano y fresa con sorbete de cava y naranja preparado al momento con nitrógeno líquido.
Una barbacoa fría que recuerda a una calçotada por la infusión de pino que inunda de forma muy agradable nuestra nariz y nos traslada temporalmente al campo como si allí lo estuviéramos disfrutando con una esferificación de romesco. Dos texturas de alcachofa y jamón para un comensal y pan con tomate y jamón para el otro, por alergia a las mismas. Pan blanco y cereales elaborado en casa. Continuamos con el que quizá sea el mejor plato, una crema de foie con peras al vino y cardamomo que trasladaba a otra dimensión, una explosión de sabor para recordar durante mucho tiempo.
Siguen las sorpresas porque no solamente se disfruta con el gusto, la vista y el olfato están a pleno rendimiento; otro de los platos estrella por su sabor, unas verduras del huerto con tripas de bacalao y almejas y un aire de jang (fermentación de soja coreana) estaba delicioso. La yema de huevo a baja temperatura con trufa y pollo con aire de romero real, pues a la mesa llega el plato tapado y lo destapan para impregnar de este aire a los comensales.
Es el momento de la carne y el pescado. Del mar nos sirvieron lluerna (cuco o rubio) de roca con permantier de patata y cebolla de Figueres. Es un pescado blanco que recibe muchos nombres, pero estos son los más conocidos. Por último un filete de ciervo con salsa de miel y anís, cabello de ángel de cebolla y regaliz. Realmente sorprendente.
Y llegaron los postres. Fresas con nata preparadas con peta zetas, gelatina de fresas, textura de coral para la nata. El segundo postre degustación, las texturas de chocolate con café, dulce de leche y regaliz. El café y los petit fours (pintalabios de mango en stick, tatin de plátano, gominola de guayaba y catanias pusieron fin a esta deliciosa, cómoda y agradable comida.
El menú degustación de doce platos tiene un precio 79 euros sin bodega y la versión reducida, por la que nos decantamos, un total de 65 euros. En ningún momento se hace pesado y puede parecer algo excesivo pero desde luego que al final, quedan ganas de más, no por la cantidad, sino por seguir disfrutando.
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