Restaurante Asgaya (Madrid)
Llegó el esperado día de disfrutar de la cocina asturiana, en abundancia y con los valores de la cocina tradicional con sus guisos de verdinas o fabada en la carta que tanto ansiábamos degustar. Pero vayamos por partes.
El recibimiento no puede ser mejor, y es que la fachada cubierta con madera, nos da la bienvenida, como si nos trasladásemos a Asturias propiamente, conocida por sus bosques de castaños, hayas y robles que también se utiliza para la fabricación de horreos y otros objetos domésticos. En su interior, la madera también aparece en la barra de forma discreta, con luces, para envolver ese ambiente tan agradable de tomar un aperitivo antes del almuerzo. La terraza es perfecta para las calurosas noches de verano, aunque con el cerramiento adecuado, también es válida el resto de épocas del año.
Ya sentados el ambiente que se respira es mucho más moderno, donde las paredes dan la sensación de no escuchar, lo que permite disfrutar de un ambiente íntimo perfecto para una comida de negocios o familiar, con mesas minuciosamente vestidas, cuidadas hasta el último detalle.
Leer la carta es el comienzo de un constante salivar, donde todo es agradable y difícil de elegir; el maitre, muy atento, nos ofrece la posibilidad de medias raciones, por lo que podremos probar más platos. Las croquetas durante esta semana serán de fabada, por lo que nos decantamos por ellas de inmediato.
También optamos por una lasaña de centolla, que a nuestro juicio, con la salsa y resto de ingredientes resulta algo pesada. No podía faltar la tradicional fabada que no necesita de ningún comentario al recordar la mejor que hayamos comido jamás. Las imágenes son de medias raciones, abundantes y suficientes para dos comensales.
A estas alturas, es importante recordar que Asgaya en bable, significa en abundancia, como así demuestran en sus platos. No hace falta decir más; es momento de dejar que el paladar disfrute en su máxima expresión, sin que nada pueda entorpecer este momento maravilloso.
Como podréis imaginar, aun quedan los platos fuertes. En su momento nos decantamos por uno del mar y otro de la tierra, un pixín (también conocido como rape) y unos cachopos de solomillo, ambos para compartir, que nos sirvieron de forma muy correcta ya repartidos. Las imágenes de los platos son de media ración, por lo que el plato completo incluye dos lomos de pixín y dos cachopos, muy abundante.
La textura del pescado es perfecta, con un ligero gratinado y unas algas crujientes y sabayón
gratinado de oricios que adornan el plato y que culminan en el paladar con el sabor a mar. La peculiaridad de su sabor y texturas nos deleita y sorprende.
La presentación del cachopo es simplemente espectacular, a la altura de los grandes platos, y su interior no podía ser menos. La suavidad y sabor del solomillo de primerísima calidad se deja notar en el paladar, sin apenas masticar. El queso cabrales y el jamón en su interior hace lo propio. Respetando las tradiciones, personalmente nos gusta encontrarnos el pimiento fuera del relleno, puesto que su intenso sabor podría estropear esa sensación anterior. El rebozado, igual que el de las croquetas, es muy acertado y conseguido, manteniendo la estructura sin llegar a desagradar y, por supuesto, con ligereza para no enmascarar el sabor del ingrediente principal.
Y el colofón final llegó en el postre con la tarta de manzana. Hay que solicitarla con los platos, puesto que su elaboración tarda unos 25 minutos. El contraste del helado con la tarta recién sacada del horno es indescriptible, junto al hojaldre en su punto. Su sabor, a auténtica manzana, deleita hasta los paladares más exigentes.
Siempre gustan los detalles, al comienzo nos ofrecieron unas quenelle de tapenade de olivas negras y queso con salmón junto al cocktail de la casa, en aquella ocasión vermouth blanco con zumo de naranja y curaçao azul. Al finalizar, con los cafés e infusiones, nos ofrecieron una espuma de coco con gelatina de sandía, muy refrescante y nada pesada.
La amplitud de la sala y el espacio entre mesas hizo muy agradable la comida, sin ninguna sensación de agobio y con auténticos profesionales al servicio del comensal.
Dos jamones Madrid #cachopos #carnes #croquetas #fabada #pescado #tarta-de-manzana
4 comentarios
Seguro que vamos, mi suegro es asturiano y le encantará.
Pues hace mucho tiempo que no comía así. Me ha hecho rejuvenecer al menos 40 años. Un restaurante como los antiguos, unos platos que se ve lo que se come y que durante el tiempo que tardas en comerlo está igual (no se deshace la espuma de mejillón, por ejemplo). Un gran hallazgo.
De lo mejor de la zona. Buen servicio y buenos platos. Cuando voy al fútbol, si tengo tiempo, como allí algunas veces. En invierno la fabada impresionante y además no es cara para la cantidad que sirven.
Sorpresa tras sorpresa este restaurante es de los mejores que he conocido, raciones abundantes, buena calidad y sobre todo un servicio esmerado.