Roscón de Reyes
Ingredientes
- 600 g. de harina de fuerza
- 35-40 g. de levadura fresca
- 250 ml. de leche tibia
- 160 g. de azúcar
- 120 g. de mantequilla punto pomada
- 2 huevos y 1 yema
- 1 pizca de sal
- 30 ml. agua de azahar
- 2 cucharaditas esencia de vainilla
- Ralladura piel de 1 naranja y 1 limón
- Para decorar: almendras, fruta escarchada, azúcar
Elaboración
Aunque la tradición del roscón de Reyes la conocemos desde siempre, su origen es totalmente diferente y nada que ver con la llegada de Los Reyes Magos de Oriente. La mayoría lo atribuyen a los romanos, celebrando el fin del solsticio de invierno y la llegada de días más largos. En una región de España se tomó por costumbre esconder una sorpresa en su interior, para así alegrar al niño que lo encontrara y nombrarle rey por un día. Tiene forma de corona y en los últimos años se puede encontrar relleno de crema pastelera, nata, trufa e incluso mazapán en la región de Cataluña.
La elaboración me recuerda al pan, si bien varía ligeramente por incluir leche en vez de agua. Debemos seguir muy a rajatabla los pasos, y fundamental la elaboración de la masa madre inicial, que será la que dará volumen y esponjosidad como resultado final, que incorporaremos a la masa del roscón.
Esta masa madre consiste en disolver 15 gramos de levadura fresca y el azúcar en la mitad de la leche tibia y lo vamos añadiendo a 150 gramos de harina que hemos puesto en forma de volcán, poco a poco. Primero podemos mezclar con una cuchara pero finalmente con las manos, hasta conseguir una masa muy parecida al pan. Dejamos reposar durante 20-30 minutos para que suba en un lugar templado, no lo metáis en la nevera.
Mientras tanto vamos haciendo la masa del roscón con el resto de la harina tamizada en un bol grande. Aparte batimos los huevos y les añadimos la ralladura de la naranja y el limón, la esencia de vainilla y la sal. Diluímos el resto de la leche y la levadura en un bol pequeño. En resumen, tenemos 3 boles con ingredientes de esta segunda masa: uno grande con la harina, otro con la mezcla de huevos batidos y otro pequeño con la leche y la levadura mezclados.
Hacemos un volcán con la harina y vamos añadiendo primero la leche y luego el huevo, mezclando y amasando continuamente con una cuchara con movimientos de fuera hacia dentro, de manera que se integre toda la harina.
Ahora es el momento de añadir la mantequilla a punto pomada, el agua de azahar y la masa madre anterior. Llegados a este punto, ya solo tendremos una masa, muy pegajosa pero que solo hace falta trabajarla un poco. Esparcimos harina sobre la encimera y vamos amasando con las manos ligeramente untadas de aceite. Vamos añadiendo harina hasta que la masa, por sí sola, se despegue de las manos y sea manejable. Esta es la masa final. Sólo falta dejarla tapada para que aumente su volumen, que necesitará unas 3-4 horas.
Cogemos la masa y le practicamos un agujero en el centro con el dedo y vamos dándole forma redonda. Es ahora cuando tenemos que esconder la figurita. Lo ponemos sobre la placa de horno con un papel de horno en la base y untamos la superficie con un huevo batido. Ahora vamos decorando con las almendras, un poco de azúcar, fruta escarchada… lo que se os ocurra.
La temperatura de cocción depende del horno y del tamaño, pero debe estar a unos 170º durante 25 minutos. Si se dora mucho por la superficie, podemos poner un papel de aluminio encima. Sólo falta dejarlo enfriar y tal cual mojarlo en leche fría, café o chocolate para la merienda perfecta.
No soy partidario de rellenarlo pero podéis hacerlo abriendo longitudinalmente con mucho cuidado con un cuchillo de sierra y dosificando con una manga pastelera con el relleno que más os guste.
Trabajoso pero que merece la pena.
¡Feliz cocina!
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