Hace unos días explicábamos que en el Homenaje a Lucio, en la Cava Baja, por su icónico plato de los huevos estrellados, se habían sumado prácticamente todos los establecimientos gastronómicos de la Cava Baja y ocho de ellos ofrecían durante unos días su reinterpretación del referido plato, avalados por cocineros de reconocido prestigio - Paco Roncero, Pepa Muñoz, Nino Redruello, Juan Pozuelo, ...
Un establecimiento centenario de Madrid, pues sus 127 años de existencia han dado lugar a ser una referencia en tantísimas reuniones familiares, restaurante donde miles de personas de todo el mundo han disfrutado de las comidas típicas madrileñas (cocido madrileño, callos,...), castellanas (cordero y cochinillo asado, ...), españolas (Fabada asturiana, torreznos de Soria, salmorejo cordobés, ...). Todo ello en sus acogedores salones o en la terraza de la Plaza Mayor de Madrid.
En esta población de la provincia de Alicante, en el interior, en la montaña, rodeado de pinos y arboleda, hemos encontrado este merendero (que nombre más bonito, ya no se hacen) donde las personas que lo regentan son grandes profesionales, aunque la clientela sea muy variada y muy numerosa. Si, si, numerosa. Se pueden encontrar un domingo con 300 personas para comer, pero sin problema, tampoco con prisas. Veamos nuestra experiencia.
No es que esté en un palacio, es que se encuentra a pocos metros del Palacio de La Granja de San Ildefonso, en una calle peatonal, en el centro de la población y cerca de la plaza principal. Con la propia Taberna y enfrente otro espacio denominado El Pequeño Mesón, solamente con mesas, sin barra, pero con baño en la planta inferior. Una sensación de estar comiendo en casa, pues solamente hay cuatro mesas. Hemos comido en este último porque el otro estaba completo, la cocina es la misma.
Porque nos encontramos con un asador que se encuentra en una casa del siglo XV cuando esta Real Villa de Navalcarnero fué fundada por unos segovianos, en cuyo homenaje figura el acueducto de Segovia en el escudo. Unas magníficas vistas desde la terraza que ocupa dos pisos, el primero y el segundo, donde la Iglesia gótico-mudejar preside el entorno central. La Plaza de Segovia es la que, al día de hoy, convertida en peatonal, recuerda la Boda del Rey Felipe IV con su sobrina Mariana de Austria en el año 1649.
Al comienzo de la carretera que conduce a Navacerrada encontramos este restaurante con una cocina extraordinaria, un aspecto elegante y unas vistas maravillosas a la sierra, en nuestro caso ya nevada. Un martes sin ser festivos, cuatro comensales compartiendo los primeros platos y eligiendo los segundos individualmente. Una buena atención y sobre todo un buen ambiente pues a pesar de estar todas las mesas del salón principal ocupadas te encuentras cómodo.
Porque en 1948 ya estaba en funcionamiento este establecimiento que ha ido evolucionando tanto en servicios como en situación, pues en la actualidad se encuentra en una finca particular al lado de la autovía de Andalucía y en la que se encuentran las ruinas del castillo de la famosa batalla de Tolosa. Una vez hecha un poco de historia hablemos del complejo, pues dispone de un hotel, una cafetería y un restaurante con tres zonas (al menos lo que estaba aperturado el día de nuestra visita), siendo de este último del que vamos a escribir a relatar nuestra experiencia.
Por quinto año se celebra este encuentro gastronómico esperado por restauradores pues en el mismo encuentran solución a muchos de los problemas que surgen a diario en los fogones. Un encuentro que además aporta una visión general de unos productos de primerísima calidad, en algunos casos elaborados y listos para dar el "toque final" para su consumo. Una visita atractiva pues cada parada, cada proveedor, es un bodegón lleno de colorido y por supuesto, muy apetecible.
Un restaurante con una propuesta gastronómica original, con auténticas especialidades niponas como un tepanyaki a la vista del comensal, para poder seguir en directo la elaboración de sus platos. Al frente del mismo se encuentra Miguel Alvarez, que ha sido fraile antes que cocinero, aunque lo habitual es al revés. No ha sido fraile pero ha trabajado de camarero, botones, encargado de hotel, jefe de cocina… en Dubai, Londres, Estados Unidos, Barcelona, ... es decir, amplia experiencia en restauración que transmite a los platos y ambiente del establecimiento.
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